El ex Hawk Josh Childress fue testigo presencial de los graves incidentes acaecidos en el primer partido de la final de liga griega, algo a lo que los jugadores de la NBA están, afortunadamente, muy poco acostumbrados. Unos lamentables sucesos que el propio jugador reconoce que le harán replantearse su estancia en Europa.
“La violencia que vimos hoy, me hará meditar seriamente sobre mi futuro en Europa”, afirmaba Childress al final del encuentro, y eso que tuvo la suerte de estar en el equipo local, el menos afectado por la detestable actuación de unos energúmenos que no merecen ser llamados aficionados al baloncesto.
La final de liga enfrenta a los 2 grandes rivales del baloncesto griego, Olympiakos y Panathinaikos, en la casa de los primeros, equipo en el que milita Childress.
A 1:25 del final del encuentro, en un tiempo muerto, una bengala cayó sobre el banquillo visitante, acompañada de una lluvia de objetos de todo tipo. Los jugadores del Panathinaikos tuvieron que abandonar a la carrera su banquillo para ponerse a salvo y el partido tuvo que suspenderse durante 20 minutos hasta que la policía controló la situación.
En ese ambiente de máxima tensión, se jugaron los últimos 85 segundos y Panathinaikos terminó llevándose la victoria (67-69) tras fallar Papaloukas la bandeja que hubiera dado el empate a los locales. Childress anotó 23 puntos para los suyos.
Tras la bocina final, un grupo de enfurecidos espectadores invadió la pista, a pesar de las llamadas a la calma de sus propios jugadores, y la policía tuvo que emplearse a fondo para que cerca de 200 cafres no alcanzasen los vestuarios ni la sala de prensa, tal y como pretendían.
Otro penoso espectáculo ofrecido por el baloncesto griego ante el que Childress, como es lógico, se mostró espantado. Lo malo es que éste es sólo el primer partido de una final al mejor de 5 encuentros y se teme que la cosa vaya a peor.