ANÁLISIS

¿Estamos ante el salto definitivo de Carmelo Anthony?

Melo parece estar en el mejor momento de su carrera

Jamás tiro triples con tal profusión y acierto

Ángel Mustienes |

Carmelo Anthony es, por derecho propio, uno de los grandes nombres de la presente temporada en la NBA. El jugador neoyorquino está triunfando en el equipo grande de su ciudad natal y es, por primera vez, halagado de forma casi unánime, como si las críticas del pasado sólo fueran eso, pasado, un aprendizaje que le ha hecho más fuerte.

Melo es el referente indiscutible de los mejores Knickerbockers que se recuerdan en muchos años. Tras una larga travesía en el desierto provocada por unos despachos pródigos en excesos impresentables -especialmente salariales, pero también no salariales-, parece que éste puede ser el Año Knick y que Carmelo Anthony puede empezar a ser pontificado.

No es para menos, los Knicks están a un paso de liderar la Conferencia Este, en cerrada pugna con Miami Heat, y Anthony promedia 29,3 puntos, 6,3 rebotes y 2,2 asistencias en los 27 encuentros que ha disputado hasta la fecha. Pero lo más notable son sus porcentajes de tiro: 47,7% de campo, un 43,5 en el triple y un 82,9 en los libres. Jamás, en sus 9 años anteriores como profesional, había alcanzado su actual eficiencia media: un 24,4.

Pero más allá de los números están las sensaciones. Y esas sensaciones, las que nos dictan la mirada y las tripas, nos dicen que Melo se ha convertido en una bestia ganadora estratosférica esta temporada en un equipo ganador. 

Sin embargo, Melo no fue ajeno a este concepto en el pasado. Ganó un título de la NCAA con Syracuse en 2003 siendo la estrella y jugó una Final de la Conferencia Oeste en 2009 siendo crucial. En aquella temporada en la que Chauncey Billups puso orden en Denver a cambio de alejar de Colorado la anarquía de Allen Iverson. Aquel año, los Denver Nuggets de Anthony y Billups, con George Karl en el banquillo, batieron el récord de victorias de la franquicia en temporada regular: 54.

Con todo y ello, nunca se había visto jugar a Anthony como en la presente temporada. Es como si a sus 28 años hubiera alcanzado un punto de madurez impensable hasta la fecha, algo parecido a lo que llevó a LeBron James a liderar de forma magistral a Miami al título la pasada campaña.

El triple, un arma fundamental

Poco se está comentando un elemento crucial en la evolución 2012-2013 de Anthony, un elemento que no es baladí: su tremendo rendimiento desde el triple. Porque esa mejora desde más allá del arco hace a Melo un jugador aún menos defendible que antes, le convierte en un jugador capaz de equilibrar perfectamente su capacidad para jugar al poste con su capacidad para eliminar al rival de tres bombazos lejanos. Y esa mejora puede facilitar además su convivencia en la cancha con Amar'e Stoudemire.

No es que Anthony no supiera tirar de 3, ni mucho menos, pero ya desde la universidad se reveló el alero neoyorquino como un jugador con mayor propensión a jugar cerca de canasta y con un terrible poder reboteador. Tenía un decente tiro triple, pero nada más que eso, decente. De hecho, sus comienzos en Denver no son pródigos en buenos porcentajes desde el triple, una faceta que fue perfeccionando poco a poco pero que nunca explotó como ahora.

Una cifra lo dice todo: ¡Carmelo lleva 73 triples en la presente campaña con un 43,5% de acierto!. En 27 partidos, ha batido su récord de triples anotados en una temporada y jamás lanzó con tanta precisión.

Pensamiento colectivo

Una crítica que se le ha hecho frecuentemente a Anthony ha sido su falta de pensamiento colectivo, una crítica que en ocasiones ha sido justificada y en otras no. Es cierto que en los últimos tiempos no ha ayudado al jugador el que su equipo jugara mejor sin él que con él. Esta circunstancia alcanzó su máxima expresión en la etapa de los Knicks de Mike D’Antoni y llegó a ser una losa para la imagen del jugador.

Los números dicen que Anthony promedió la temporada pasada, una mala campaña para él, 22,6 puntos, casi 7 puntos menos que en la actual, en la que promedia, por ahora, su mejor cifra de puntos de siempre. Sin embargo, en la 2011-2012 Melo repartió 3,6 asistencias y en la presente campaña, cuando todos hablamos de que mira más al compañero, sólo da 2,2 pases a esos compañeros a los que mira más.

Esta estadística, sin embargo, está contaminada. Porque este año Melo no necesita pasar tanto como antes. La causa no es otra que la propia plantilla de los Knicks. Con Jason Kidd, Raymond Felton y Pablo Prigioni en la plantilla, Melo amasa menos bote y tiene menos balón para circular y más para lanzar. Lo que además supone un descanso físico notable para su juego ofensivo. Pero si uno mira sus partidos, se puede apreciar que el jugador que nos ocupa ha madurado a la hora de tomar elecciones en la pista y está alcanzando con mayor precisión a los jugadores abiertos cuando la defensa del rival se vuelca sobre él.

Por eso, las comparaciones no tienen sentido. LeBron James, por ejemplo, juega en un equipo sin bases pasadores y Kobe Bryant jugó muchos años en unos Lakers sin un base armador de juego en el sentido más estricto o con sistemas de juego que no favorecían al base amasador de balón y constructor de juego.

Por ahora, los números de Melo no mienten ni en lo individual ni en lo colectivo. Está haciendo la mejor temporada de su vida y lo está haciendo encuadrado en un equipo ganador, unos Knicks que han crecido gracias a un notable entrenador, Mike Woodson, y a una plantilla muy equilibrada, aunque tenga muchos ‘vejestorios’.

Eso sí, para calibrar toda esta euforia del aficionado, y todo este análisis a bote pronto, tendremos que citarnos en los playoffs. Entonces, sabremos de verdad qué dan de sí estos Knicks del mejor Carmelo Anthony que jamás hayamos contemplado.