Steve Nash no es de esos jugadores que se achica en los grandes momentos. Ni en lo mental, ni en lo físico. El base canadiense, alma de los Suns, jugará dentro de una horas el cuarto encuentro que le enfrentará a los Lakers en la Final del Oeste. Poco importa que tenga la nariz rota.
Y poco importa que acabe de salir de un quirófano, ya que tras entrenar el lunes, el armador norteamericano fue operado de la fractura nasal con desplazamiento del cartílago que sufrió en el tercer partido de la serie al chocar fortuitamente con el base Derek Fisher.
Todos pudimos ver, con inevitable congoja, cómo el veterano jugador se colocaba el tabique nasal con sus propias manos estando en pista y seguía jugando como si tal cosa, sin que la fractura limitase su gran rendimiento en el choque, que terminó con 17 puntos y 15 asistencias.
La estrella de Phoenix no gana para golpes. Si en la segunda ronda fue Tim Duncan, de los Spurs, el que le dio un codazo involuntario dejándole un ojo hinchado y obligándole a jugar tuerto todo un cuarto, esta vez la peor parada fue su nariz, un apéndice que ya se le ha quebrado varias veces.
Tal vez por ello, no le dio demasiada importancia y se dedicó a restaurar la desviación de su tabique nasal en pleno partido. “Estaban tratando de moverla cuando todavía estaba fría”, aseguró Nash con respecto a su nariz. Pues eso, él tan tranquilo. Y con la nariz rota lideró a su equipo en la victoria ante los Lakers, que sufrieron un vendaval llamado Stoudemire.