ANÁLISIS

El regreso de Greg Oden, el grandullón de cristal

El pívot intenta volver al baloncesto casi 4 años después de su retirada temporal

hispanosnba.com |

El pívot Greg Oden intenta resurgir de sus cenizas
El pívot Greg Oden intenta resurgir de sus cenizas (Jay LaPrete/Icon SMI)

“Greg lo tenía todo para triunfar”. Quien así se expresó en su día fue su gran amigo y compañero Mike Conley Jr., base titular de Memphis Grizzlies y confidente de vestuario de Oden en el instituto y en la universidad, así como hijo del agente de Oden, el que fuera estrella mundial del triple salto Mike Conley.

Y, efectivamente, lo tenía todo. Una planta inconmensurable, una fluidez de movimientos notable para un 7 pies, una tremenda capacidad defensiva y un talento natural para resultar clave en la pista con su sola presencia. Con solo mejorar algo sus movimientos ofensivos se convertiría en un dios imparable.

Nacido en el estado de Nueva York pero criado en la baloncestística Indiana, Gregory Wayne Oden fue desde pequeño un diamante por pulir. Un grandullón que en 'high school' logró 1.873 puntos y 1.058 rebotes para ganar todo lo que se le puso por medio formando tándem imparable con Conley y que en su único año universitario con Ohio State alcanzó la Final Four para perder la final por 84-75 ante Florida. En aquella final, antesala de su elección como número 1 del Draft 2007, Oden hizo 25 puntos, 12 rebotes y 4 tapones para terminar mordiendo el polvo en compañía de su inseparable Conley.

Fue un curso intenso el que vivió como colegial. Jugó casi todos los partidos de su equipo, brilló, sufrió una lesión de muñeca, triunfó. Acabó promediando 15,7 puntos, 9,6 rebotes y 3,3 tapones en un equipo, los Buckeyes, que sólo perdió 4 partidos. No era un prolífico anotador (sólo en 5 encuentros hizo 20 o más puntos), pero marcaba la diferencia en defensa y era un asiduo del doble doble (logró 14). Los 29 puntos que le hizo a Iowa fueron su récord encestador.

Fue elegido para el primer equipo All-American y en el draft de junio fue seleccionado como número 1 por Portland (que sólo tenía el 5,3% de probabilidad de elegir al 1) imponiéndose a Kevin Durant, que fue el 2 por Seattle. Una elección de Blazers que a la larga se ha revelado malograda. Pero Portland tenía por entonces a un gran Brandon Roy como estrella y necesitaba un 5. Su decisión se antojaba más que correcta. El tiempo la convirtió en desastrosa. Las rodillas de Oden la minaron hasta hacerla fracasar.

El inicio del desastre

Portland tenía un equipo joven, una plantilla ganadora. El futuro era suyo. Era el equipo de moda y más que tendría que serlo. Corría el verano de 2007. Todos se las prometían muy felices en el conjunto de Oregón con Roy y Oden, dos jugadores que terminarían siendo triturados por las lesiones originando la descomposición de unos Blazers cargados de futuro.

Y empezó la cuenta atrás. Septiembre de 2007. Pretemporada. Preparación para el asalto a la grandeza. Puesta a punto para empezar a crecer como aspirantes al anillo. Una carrera que apenas tuvo historia. Al poco de empezar la pretemporada, Oden se rompió. Se lesionó gravemente una rodilla y dijo adiós a la temporada. Su curso rookie pasó a ser un agujero negro.

A partir de ese septiembre negro se abrió toda una concatenación de lesiones, recuperaciones y recaídas, Oden pasó a ser un jugador asociado a sus muletas. Una relación infernal en la que Portland se cargó de paciencia hasta que el hilo se rompió en marzo de 2012 cuando el equipo cortó a su jugador estrella. Llevaba ya por entonces 2 años y 3 meses sin jugar.

No volvió a hacerlo. Oden disputó su último partido NBA en diciembre de 2009. Desde entonces han pasado 3 años y 8 meses sin que se haya vestido de corto en partido oficial. Toda su carrera NBA quedó reducida a 88 partidos. Su mejor año, el de novato aunque fuera su segundo real, le llevó a jugar 61 encuentros, pero con un promedio de minutos que no alcanzó los 25. Y ese fue su momento de gloria profesional. Gloria entre comillas, claro. Gloria a medias.

El base español Sergio Rodríguez, compañero por entonces de Oden en Portland, definía al pívot como “un tipo muy tranquilo, grandullón y buen tipo”. Un chico joven al que poco a poco le fueron fallando las fuerzas no sólo físicas sino también mentales. Su espíritu nostálgico, por momentos quebradizo, se apoderó de él. Pero al mismo tiempo salió a relucir su yo más combatiente, ese yo que le ha permitido seguir en la lucha durante casi 4 años para integrarse ahora en la disciplina de Miami Heat.

Trabajo, tesón, sacrificio, dedicación, empeño, paciencia y esperanza han tenido que llenar las horas de gimnasio y rehabilitación de este gigante de pies de barro o, más bien, de rodillas de cristal. Lo que el gran Andrés Montes catalogó en sus noches de televisión como jugador de la clase de los de ‘Cristal de Bohemia’.

Intentando salir a flote

Parece recuperado. Al menos, eso dijo en mayo Deshaun Thomas, jugador de Ohio State, que entrenó con él. Le vio fuerte, en condiciones. Y la noticia se propagó como la pólvora: todavía quedaba un hilo de esperanza. Ya en enero de este año se habló del vivo interés de Miami por Oden. Luego, en junio, el propio agente del jugador, Mike Conley padre, aseguraba que Heat andaba muy interesado en el pívot de cristal. Parecía que las horas de gimnasio, su impenitente esfuerzo por regresar todavía joven al juego –tiene 25 años-, empezaban a dar sus frutos. En pasados días, la impresión generada en sus entrenamientos con diversas franquicias movían al optimismo. Hasta que anoche se supo que firmará 2 años con Miami Heat.

Lejos queda ahora ese agosto de 2010 en el que el jugador aseguró tras 8 meses en el dique seco que su rehabilitación iba bien: “Vamos al ritmo que me marcan y las cosas parecen ir bastante bien”. Pasados justo 3 años de aquella declaración sigue sin jugar. Lejos queda también aquella dura recaída de diciembre de 2011 que se llevó por delante la temporada 2011-2012 y que le obligó a renegociar su último año de contrato con los Blazers. Todo ahora queda lejos, aunque tal vez no tan lejos. Porque el regreso le va a suponer a Oden revivir viejos e insistentes fantasmas en su cabeza. Pesadillas que siempre cobran forma de rodillas.

Lo cierto es que regresa la próxima temporada el hombre que pudo reinar en la NBA. A pesar de lo que dicen de él, hay que tener un gran carácter para regresar al juego tras 4 años de ausencia. Miami no le habrá visto tan mal cuando le ha fichado. Pero que nadie se haga muchas ilusiones. Su regreso a un buen nivel sería casi un milagro. Por de pronto, algunos no pierden la ilusión que genera su vuelta. Como el gran Tim Hardaway, ex estrella de la NBA y ojeador de Miami en la actualidad: “Si somos capaces de recuperar al mejor Greg Oden, los Heat ganaremos nuestro tercer anillo consecutivo”. Tal vez, hasta lo puedan conseguir sin Oden.