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Golden State Warriors retira la camiseta con el 17 de Chris Mullin

La ceremonia queda deslucida por los abucheos del público al copropietario del equipo

hispanosnba.com |

Los Warriors rindieron ayer homenaje a uno de los mejores jugadores de su historia, Chris Mullin, retirando su camiseta con el número 17. Una ceremonia que el público del Oracle Arena aprovechó para recriminar a los dueños del equipo el traspaso de Monta Ellis.

Tras 30 minutos de intervenciones en honor de Mullin, jalonadas todas con ovaciones desde la grada, le llegó el turno de hablar a Joe Lacob, uno de los copropietarios del equipo. Ahí fue cuando un importante sector del público, descontento con el reciente traspaso a los Bucks de Monta Ellis, decidió ahogar sus palabras con abucheos y gritos de “Monta, Monta”.

No parecía el momento adecuado y tanto Chris Mullin como otro histórico de la franquicia, Rick Barry, trataron de arropar a Lacob y calmar a una afición cuya actitud afearon. Ni por ésas. Cada vez que Lacob intentó recuperar la palabra, los abucheos se recrudecieron.

Rodeado de sus ex compañeros

Fue el peor momento de un acto que por lo demás había resultado tan emotivo como suelen serlo este tipo de homenajes. Ex compañeros como Tim Hardaway, Mitch Richmond, Sarunas Marciulonis, Rod Higgins, Jim Petersen y Tom Tolbert y ex técnicos suyos como Don Nelson o Garry St. Jean, así como su familia, acompañaron a Mullin, que vio cómo su camiseta era elevada a lo más alto del pabellón para hacer compañía a las de otros ilustres de la franquicia como Alvin Attles, Rick Barry, Wilt Chamberlain, Tom Meschery o Nate Thurmond.

Mullin es el jugador que más partidos ha disputado con la camiseta de los Warriors, 807, y en ellos promedió 20,1 puntos, 4,4 rebotes y 3,9 asistencias por encuentro. Durante 4 temporadas seguidas (1988-1992) figuró entre los 8 máximos anotadores de la liga, fue 5 veces All-Star y miembro del Dream Team que se hizo con el oro en la Olimpiada de Barcelona en 1992, segundo que conseguía Mullin, que también formó con otra mítica selección olímpica estadounidense, la de Los Ángeles 1984.

Una carrera y unos logros de los que pocos pueden presumir, que le han llevado a formar parte del Salón de la Fama del baloncesto y que merecían el homenaje que se le brindó ayer, aunque algunos no fueran capaces de darse cuenta de que ayer era su día y, tal vez, no el mejor momento para ajustar cuentas por otros asuntos.