La relación entre los Golden State Warriors y las autoridades de Oakland, la ciudad de la bahía de San Francisco en la que se ubica el equipo, no es precisamente idílica, al menos en su aspecto financiero. Y es que el equipo se ha convertido en un moroso recurrente.
El organismo público que gestiona el Oracle Arena, la cancha del equipo, reclama a los Warriors una deuda acumulada a lo largo de los últimos 4 años que supera los 10 millones de dólares por el alquiler y otros conceptos relacionados con la explotación de las instalaciones.
Lo peor del asunto es que no es la primera vez que la franquicia se convierte en deudor moroso de la ciudad que la acoge, es más, la deuda que ahora se reclama corresponde a las facturas que los Warriors no han pagado desde 2006, justo después de que llegaran a un acuerdo con las autoridades para saldar una deuda previa que ascendía a nada menos que a 25 millones de dólares.
Por si fuera poco, los responsables de la franquicia tuvieron la desfachatez de presentar una demanda de arbitraje contra el organismo gestor del Oracle Arena reclamándole el pago del nuevo marcador electrónico instalado en la pista y acusándoles de haber fallado a la hora de programar eventos no baloncestísticos en las instalaciones, eventos en los cuales la franquicia y la ciudad comparten beneficios.
El paso dado por los Warriors se convirtió en tropezón y colmó la paciencia de las autoridades que decidieron presentar una contrademanda reclamando los 10,7 millones de deuda acumulada por la franquicia.
El resultado ha sido que el juez retirado William Cahill, designado como árbitro, ha dado la razón a la ciudad y ha fallado que los Warriors no hicieron los pagos reclamados pese a ser plenamente conscientes de su obligación.
Ahora está por ver si la franquicia decide saldar sus deudas o, por el contrario, opta por recurrir la decisión arbitral para retrasar aún más el pago de las mismas.