Por fin ha llegado la noticia que muchos aficionados puertorriqueños han estado esperando a lo largo del verano: Carlos Arroyo está de vuelta en la NBA. El base ha firmado un contrato no garantizado para jugar la próxima campaña con los Miami Heat.
Arroyo regresa así a una ciudad que conoce muy bien. En ella estudió en su juventud y vive actualmente y de ella es su mujer. La oportunidad de jugar en su casa y muy cerca de su tierra natal ha sido un factor decisivo para que el jugador boricua aceptara el riesgo de firmar un contrato no garantizado.
Los Heat andaban buscando un refuerzo en la posición de armador, una de las más débiles ahora mismo del equipo, y un hombre experimentado como Arroyo, con muchas ganas de regresar a la NBA, encajaba perfectamente en su búsqueda.
Una búsqueda con final feliz para Arroyo
El único problema era que, por motivos económicos, sólo estaban en posición de ofrecer un contrato mínimo no garantizado. Suficiente para Arroyo, ante la perspectiva de jugar en casa y de poder demostrar que tiene un sitio en la NBA.
La franquicia se puso en contacto ayer domingo con Leon Rose, agente del jugador, y hoy mismo, el compromiso estaba firmado. “He estado en el momento oportuno”, decía un Arroyo entusiasmado que llevará en su espalda el número 8, “había que ser paciente y esperar esta oportunidad”.
El técnico de los Heat, Erik Spoelstra, considera que la calidad del base boricua está más que probada y aumentará la profundidad del banquillo de los de Florida. El papel de Arroyo será en principio salir desde el banquillo para suplir a Mario Chalmers, pero su ya entrenador cree que una vez se acople al equipo podrá disponer de un buen número de minutos de juego. Eso sí, tendrá que luchar con Chris Quinn para conseguirlo.
Tras un verano de incertidumbre en el que los rumores le colocaron en varios equipos e incluso se llegó a dar por hecha su firma con Chicago, la búsqueda, por fin, ha terminado: Carlitos está de nuevo en la NBA.