NCAA

David Palacio estuvo allí

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Hay fechas que quedan marcadas en la memoria colectiva de un país y que van más allá de una histórica cita deportiva. Eso es lo que sucedió el 19 de marzo de 1966 en el College Park, en el estado de Maryland. Y el baloncestista hispano David Palacio estuvo allí.

Enfundado en la indumentaria de la Universidad de Texas Western (hoy conocida como Texas-El Paso) Palacio vivió en primera persona un hecho que arrebataría no solo a los amantes del baloncesto sino también a los luchadores por la defensa de la igualdad y los derechos humanos.

Lo que allí aconteció es hoy normal, pero entonces, a mediados de los sesenta, constituyó una auténtica revolución que traspasó las barreras del baloncesto.

Una plantilla atípica

Los Wildcats, es decir, Texas Western, se proclamaron aquel día campeones de la Liga Universitaria de Baloncesto de Estados Unidos (la NCAA) y lo hicieron con una plantilla completamente atípica, compuesta por siete jugadores afroamericanos, un baloncestista hispano y cuatro angloamericanos.

El artífice de tal propuesta, arriesgada y rupturista, fue el gran Donald L.Haskins, un entrenador visionario que comenzó su ardua tarea en Texas en 1961 y no dejó de preparar jóvenes valores universitarios en Texas-El Paso hasta 38 años después, cuando decidió abandonar su tarea y tomarse un merecido descanso.

En 1965, Haskins y su equipo comienzan una peregrinación por los playgrounds en la búsqueda de jóvenes jugadores, una aventura callejera que culmina con una temporada que ha pasado a la historia del baloncesto: el curso baloncestístico 1965-1966 establecería un antes y un después en el deporte de la canasta.

Hasta entonces el dominio blanco en las canchas era incontestable. Era una época en la que los derechos de la población afroamericana aún estaban por consolidarse y en la que el Ku Klux Klan todavía campaba a sus anchas por un buen número de estados del país.

En ese marco histórico, Haskins reclutó un equipo ciertamente bizarro basado en el poder negro, una apuesta que llevó a Texas Western a ser el blanco de las más feroces críticas y a padecer enormes presiones, críticas y presiones que se fueron diluyendo conforme avanzaba la temporada debido a los resultados. Los Wildcats firmaron una serie impresionante a lo largo de la campaña al ganar 23 partidos y perder tan solo uno.

Un hispano en el equipo

Entre los 12 jugadores se encontraba David Palacio, base local, nacido en El Paso, de origen hispano, que se encontraba en su segundo año universitario. El jugador hispano no tuvo un notable protagonismo en el equipo. Jugó sólo 15 de los 24 encuentros y sus números no fueron destacables, pero se convirtió en una pieza más de un puzzle imposible por entonces.

A la cabeza del poder afroamericano se encontraba el gran Bobby Joe Hill, que fue la estrella de la final junto con otro compañero negro: David 'Daddy D' Lattin. Junto a ellos otros cinco jugadores negros: Navil Shed, Willy Cager, Willy Worsley, Harry Flournoy y Orsten Artis.

Para más inri, aquel 19 de marzo de 1966 los Wildcats se enfrentaron en la final a la Universidad de Kentucky, auténtica dominadora junto a Duke del baloncesto universitario de los 60 y paradigma del poder blanco.

Kentucky, dirigida por el gran Adolph Rupp, un grande del baloncesto no exento de tintes racistas, y en cuyas filas militaba Pat Riley, sucumbió por 72-65 y el dominio blanco se puso por primera vez en entredicho para luego irse difuminando con el paso de los años.

Una gesta más allá de lo deportivo

La foto inicial del partido no pudo expresar un mayor contraste: cinco jugadores blancos en la cancha contra cinco jugadores negros. Tiempo después, Haskins se limitó a decir: "sólo puse a los mejores hombres para ganar, siempre hago eso". Y los cinco mejores eran negros.

Han pasado 41 años. Haskins se retiró de las canchas en 1999 sin inmutarse lo más mínimo a pesar de las amenazas de muerte que recibió periódicamente por el 'sacrilegio' cometido a mediados de los 60. Pero tras ocho lustros la hazaña no ha perdido vigencia.

La gesta -no solo de los jugadores y del cuerpo técnico, sino también de toda una universidad que les apoyó- se puede ver, sin ir más lejos, en un largometraje estrenado en 2006. "Glory Road" ("Camino a la gloria") vio la luz 40 años después de la consecución del título universitario. En ella, nuestro héroe particular, el hispano David Palacio, es interpretado por el actor Alejandro Hernández.

La película que refleja aquel grito procedente de Estados Unidos a favor de la tolerancia y la perseverancia se proyectó en un pase privado en noviembre de 2006. Tras verla, Donald L.Haskins comentó: "lo recuerdo como si hubiera sucedido ayer".