
Cada pretemporada de la NBA tiene un nombre propio, un jugador que emerge desde las sombras para capturar la atención de todos los seguidores de este circuito rentado.
Este año, ese nombre es Kel’el Ware. El pívot de 21 años y 7 pies de altura del Miami Heat no solo está jugando bien, está dominando. Saliendo desde el banquillo, se ha convertido en la sensación de los partidos de preparación, generando un murmullo que recorre toda la liga y que se resume en una pregunta audaz: ¿estamos viendo el nacimiento del nuevo Anthony Davis?
En una NBA siempre en busca de la próxima superestrella, la irrupción de Ware ha sido una llegada quizás de aire fresco y una seria advertencia para el resto de los equipos. El proyecto de “Cultura Heat” parece haber encontrado un diamante en bruto.
Un dominio estadístico por encima
Las cifras de Ware en estos primeros cuatro partidos de pretemporada son, sencillamente, destacables. Su impacto en minutos limitados con el quinteto de la Florida, es lo que ha desatado las comparaciones con los inicios de las grandes estrellas de la NBA, en este caso con Davis.
- Promedios en pretemporada (4 partidos):
- 20.3 puntos por partido.
- 11.0 rebotes por partido.
- 22.8 minutos por partido.
Jugar a este nivel, con esa eficiencia y viniendo desde el banquillo en la segunda unidad, es una rareza. Ware ha demostrado una combinación de tamaño, agilidad y toque ofensivo que lo hacen un jugador extremadamente difícil de defender.
Su energía saliendo desde la segunda unidad ha cambiado la cara de los partidos para Miami.
El perfil de Ware: ¿Por qué las comparaciones con Anthony Davis?
Más allá de los números, son las “vibras” y el estilo de juego de Ware lo que evocan a un joven Anthony Davis. Las similitudes son notables:
- Físico destacable: Ambos son jugadores internos de 7 pies, largos, atléticos y con una coordinación impropia de su tamaño.
- Versatilidad: Ware, al igual que Davis en sus inicios, muestra la capacidad de anotar cerca del aro, correr la cancha y un potencial para desarrollar un tiro exterior confiable.
- Impacto defensivo: Su envergadura y capacidad de salto lo convierten en un intimidador natural en la pintura, un protector del aro que puede cambiar el rumbo de un partido.
Ware, quien fue una estrella universitaria antes de dar el salto a la NBA, pulió su juego en la NCAA, donde en su última temporada promedió cifras dominantes que ya anticipaban su potencial. Aunque la G League fue una breve parada en su desarrollo, es ahora, en el escenario principal de la NBA, donde su talento está explotando.
En el curso anterior con Miami, jugó 64 partidos, en los que dejó guarismos de 9.3 puntos, 7.4 rebotes y 55.4% en tiros de campo.
Para un jugador tan joven, mostrar esta confianza y dominio es lo que ha hecho que los analistas vean en él un proyecto de superestrella.
Es cierto que es solo pretemporada, pero las herramientas y el instinto están ahí. La NBA es una liga donde el potencial lo es todo, y el de Ware parece apuntar a ello.