
En una NBA cada vez más dominada por el análisis estadístico y la acumulación de superestrellas, una voz autorizada como la de Rick Carlisle, entrenador de los Indiana Pacers, ofrece una perspectiva que redefine el camino hacia el éxito.
Sus recientes declaraciones apuntan a una transformación silenciosa pero profunda en la liga: el esfuerzo colectivo está superando al talento individual concentrado.
Carlisle, quien llevó a los Pacers a las Finales de la NBA en la temporada 2024-2025, compartió su visión sobre la evolución del juego y la construcción de equipos ganadores. Sus palabras resuenan como un manual para la era moderna del baloncesto.
“La NBA se ha convertido en una liga donde se juega duro. No se trata solo de tener un exceso de estrellas. La construcción de las plantillas está cambiando… Es más importante tener más buenos jugadores que tener dos o tres grandes jugadores que toquen el balón”.
El análisis: Más allá de los “Big Three”
La reflexión de Carlisle ataca directamente el modelo de los “Big Three” que dominó la liga durante más de una década. Según el técnico, la nueva fórmula para competir no reside en juntar a un trío de superestrellas que acaparen el balón y los focos, sino en construir una plantilla profunda, versátil y, sobre todo, comprometida con el esfuerzo constante.
Este nuevo paradigma valora a jugadores que, quizás sin tener el estatus de All-Star, impactan el juego con su defensa, energía y capacidad para tomar decisiones correctas. La NBA moderna, con su ritmo frenético y la exigencia de defender en toda la cancha, premia a los equipos que pueden mantener una alta intensidad durante los 48 minutos, y eso solo se logra con una rotación larga y fiable.
“Estamos jugando con un sistema que está cambiando el juego un poco. Si miras la NBA, hace dos o tres años, nadie dominaba toda la cancha durante la temporada regular ni hacía ese tipo de cosas,” dijo Carlisle.
Los Indiana Pacers: La teoría hecha práctica
No hay mejor ejemplo para ilustrar la filosofía de Rick Carlisle que sus propios Indiana Pacers. El equipo subcampeón no cuenta con dos o tres de los diez mejores jugadores de la NBA, pero sí con un grupo de 8 a 10 jugadores de alto nivel que entienden su rol a la perfección.
Liderados por la visión de juego de Tyrese Haliburton y la versatilidad de Pascal Siakam, los Pacers basaron su éxito en un baloncesto en conjunto, de ritmo alto y donde el balón se mueve constantemente. Jugadores como Andrew Nembhard o Bennedict Mathurin complementan a las estrellas, aportando defensa, anotación secundaria y, lo más importante, un nivel de esfuerzo innegociable. En su momento dio el aporte Myles Turner antes de marcharse a Milwaukee Bucks.
El éxito de Indiana demuestra que se puede llegar a la élite sin hipotecar el futuro por una superestrella. Su modelo, basado en el desarrollo de talento, fichajes inteligentes y una identidad de juego clara, es la encarnación de la “liga de juego duro” que describe Carlisle.
En una NBA donde todos buscan la próxima gran figura, los Pacers han demostrado que, a veces, la fuerza del colectivo es el arma más poderosa.