
En la rica tradición de la NBA, donde gigantes han moldeado eras enteras con su presencia imponente en la pintura, surge la eterna pregunta: ¿quiénes han sido los verdaderos reyes del aro? Estos colosos no solo acumularon anillos y honores, sino que redefinieron el juego, forzando cambios en las reglas y aterrorizando a rivales. Descubre en esta selección, cómo cinco leyendas elevaron la liga a altitudes legendarias.
Kareem Abdul-Jabbar: El maestro del skyhook eterno
Kareem Abdul-Jabbar encabeza la mayoría de listas como el pívot más completo de la historia NBA. Durante 20 temporadas con Milwaukee Bucks y Los Angeles Lakers, su movimiento patentado, el “skyhook”, se convirtió en un arma imparable, permitiéndole anotar 38.387 puntos, récord absoluto hasta 2023. Ganó seis anillos de campeón, incluyendo uno como novato en 1971 y otro a los 38 años en 1988, junto a dos MVP de las Finales y seis de temporada regular. Su longevidad es legendaria: promedió 24,6 puntos y 11,2 rebotes por partido, liderando la liga en anotación dos veces y en tapones cuatro.
Lo que lo hace dominante es su elegancia: a 2,18 metros, combinaba inteligencia táctica con una ética de trabajo incansable, evolucionando de estrella universitaria en UCLA donde ganó tres títulos nacionales. ESPN lo califica como “el candidato al GOAT entre pívots” por su consistencia en los 70 y 80, décadas de transición física en la liga. Sin él, los Lakers no habrían dominado la Costa Oeste.
Wilt Chamberlain: El coloso de los récords imposibles
Wilt Chamberlain, el hombre de los 100 puntos en un solo partido en 1962, representa el dominio estadístico puro en la historia NBA. En 14 temporadas con Philadelphia Warriors, San Francisco Warriors, Philadelphia 76ers y Los Angeles Lakers, promedió 30,1 puntos y 22,9 rebotes por encuentro, cifras que forzaron cambios en las reglas, como la ampliación de la línea de tres segundos. Ganó cuatro MVP y dos anillos, pero su impacto trasciende: lideró la liga en anotación siete veces consecutivas y en rebotes 11.
A 2,16 metros y con una envergadura sobrehumana, Chamberlain era un atleta total: corría como un escolta y saltaba como un alero, registrando 55 rebotes en un juego y promediando 50,4 puntos en una temporada entera.
Bill Russell: El arquitecto de la dinastía defensiva
Bill Russell revolucionó la NBA con su defensa, ganando 11 anillos en 13 temporadas con Boston Celtics, un récord imbatible. Cinco veces MVP y 12 veces All-Star, promedió 15,1 puntos y 22,5 rebotes. ESPN destaca cómo su inteligencia en el pick-and-roll y anticipación lo convirtieron en “el mejor ganador de la historia”. Russell priorizaba el equipo sobre el ego, rechazando tiros invisibles y motivando compañeros como Bob Cousy. Su dominio en playoffs, promediando de 16,2 puntos y 24,3 rebotes selló 11 finales, incluyendo ocho seguidas. Fuera de la cancha, rompió barreras raciales como el primer entrenador afroamericano en ganar un título en 1966.
Hakeem Olajuwon: El soñador defensivo invencible
Hakeem “The Dream” Olajuwon entra en el quinteto con su versatilidad, ganando dos anillos consecutivos con Houston Rockets en 1994 y 1995, más un MVP y dos MVP de Finales. Líder histórico en tapones (3.830), promedió 21,8 puntos, 11,1 rebotes y 3,1 tapones, con movimientos post como el “dream shake”. En 1994, eliminó a Patrick Ewing y David Robinson en playoffs, promediando 35 puntos y 12,5 rebotes en las Finales. Su ética y origen nigeriano lo convierten en ícono global.
Shaquille O'Neal: La fuerza imparable de los Lakers
Shaquille O'Neal, dominó la pintura con su tamaño (2,16 metros, 147 kg) y explosividad, ganando cuatro anillos, tres seguidos con Lakers de 2000 a 2002 y tres MVP de las Finales. Un MVP de temporada y 15 All-Star, promedió 23,7 puntos y 10,9 rebotes, con un 58,2% en tiros de campo, el más alto entre pívots top. Muchos analistas lo nombran “el más dominante físicamente desde Chamberlain”. En Orlando, llegó a las Finales de 1995 como novato estelar; en Miami, ganó en 2006 con Dwyane Wade. Su impacto obligó a rivales a “hack-a-Shaq” por sus 52,7% en libres. Con Kobe Bryant, formó una dupla legendaria, promediando 29,7 puntos en playoffs de 2000-2002.