
En el resurgir inesperado de los Chicago Bulls, que irradian frescura con un récord de 5-1 al arranque de la temporada 2025-26, una silueta emerge del anonimato para reclamar un lugar en la élite NBA. Este base australiano de 23 años, con un contrato fresco de 100 millones por cuatro temporadas, ha transformado dudas en admiración. ¿Es el catalizador de un renacer o un espejismo efímero? Esta historia desvela cómo su evolución redefine el juego de los Bulls, avivando un fuego que podría iluminar el Este.
El impacto inicial: un comienzo histórico impulsado por un líder inesperado
El United Center, que ha presenciado eras doradas y sequías prolongadas, vibra ahora con una energía renovada. Los Chicago Bulls, anclados en el play-in durante años, han desatado su mejor arranque desde la segunda tripleta de títulos en 1996-97, con cinco victorias en los primeros seis juegos. Este resurgir no es casualidad, sino el reflejo de un colectivo equilibrado donde Josh Giddey, llegado de Oklahoma City en junio de 2024 a cambio de Alex Caruso, se erige como eje indiscutible.
Su firma en septiembre de un acuerdo de cuatro años por 100 millones, 25 millones anuales que hoy parecen una ganga, selló su compromiso, pero son sus actuaciones las que validan la apuesta. En los primeros cinco encuentros invictos, acumuló 19.8 puntos, 8.7 rebotes y 7.8 asistencias en 32.3 minutos por partido, con un 47.9% en tiros de campo y un explosivo 47.4% en triples sobre 3.8 intentos. Su eficiencia global de 26.8 puntos por encuentro lo catapulta a discusiones de All-Star, un salto cuántico desde sus 31% en lanzamientos lejanos durante tres años en Thunder.
La ofensiva de los Bulls, que promedia 121.7 puntos por juego y rankea séptima en la liga, se nutre de su visión: 31 asistencias en 45 canastas anotadas colectivamente, un flujo desinteresado que genera 54 puntos en la pintura y 35 tiros libres por duelo. Dentro de este arranque tuvo un duelo especial de la Copa NBA, con una exhibición que dejó boquiabiertos a 21.000 espectadores: 32 puntos, récord personal de Josh Giddey, 10 rebotes, nueve asistencias y un robo en 38 minutos, sin pérdidas de balón. “Me siento bien, gracias a mis compañeros y al cuerpo técnico que me posicionan para triunfar”, reflexionó post-partido.
La evolución de un talento: de promesa a pilar completo
Lo que hace de Josh Giddey una sorpresa genuina es su metamorfosis en jugador integral, un faro de madurez en un roster joven que busca identidad. Tras una temporada de debut en Chicago con 14.6 puntos, 8.1 rebotes y 7.2 asistencias en 70 juegos, segundo en la historia de los Bulls en esa triple combinación tras Jordan, su progreso ha sido exponencial. En los seis juegos disputados, eleva sus promedios a 22.3 puntos, 9.3 rebotes y 8.7 asistencias en 33.5 minutos, con 40.7% en triples pese a la derrota ante los Knicks.
Ha superado las 20 unidades en cuatro salidas, incluyendo un triple doble de 23 puntos, 12 rebotes y 12 asistencias el 2 de noviembre en la derrota 128-116 ante Knicks, su octavo en total, escalando al tercer puesto histórico de la franquicia. Esta polivalencia trasciende números: sus 9.3 rebotes por juego, liderando a bases de la liga, y 0.9 robos reflejan un instinto que extiende posesiones y acelera contraataques. Defensivamente, sus 0.4 tapones y posicionamiento mejorado mitigan críticas pasadas, mientras su bajo 1.8 faltas por duelo mantiene la fluidez.
Más allá de la cancha, su liderazgo sereno a sus 23 años, infunde calma en un vestuario con novatos como Matas Buzelis y veteranos como Kevin Huerter. Con un calendario exigente por delante Cleveland, Orlando, Atlanta y San Antonio en la próxima semana, su rol será esencial para sostener el impulso. Si mantiene esta versatilidad, no solo posiciona a los Bulls en playoffs, sino que se cuela entre los mejores bases de la liga, reescribiendo un legado que parecía estancado.





















