
En la competitiva arena de la NCAA, donde cada tiro puede forjar leyendas, un joven español ha irrumpido con una actuación que trasciende fronteras. Rubén Domínguez, escolta de Texas A&M, pulverizó récords con una ráfaga de triples que dejó atónitos a rivales y compañeros. ¿Es este el inicio de una estrella global o un destello fugaz en una liga implacable? Los números y el contexto revelan una historia que va más allá de una noche mágica.
La noche inolvidable: Diez triples que entran en la historia de Texas A&M
Rubén Domínguez, el escolta de 22 años originario de Puerto Real, Cádiz, transformó un partido rutinario en un hito eterno para los Aggies de Texas A&M. El viernes 21 de noviembre de 2025, ante los Manhattan Jaspers, encestó diez triples en catorce intentos, un porcentaje del 71,4 por ciento que rozó la perfección. Sus treinta puntos, todos procedentes de larga distancia, no solo lo consagraron como el máximo anotador del encuentro, sino que borraron de los libros el anterior récord de la universidad, que era de ocho aciertos en un solo juego.
El duelo, disputado en el Reed Arena de College Station, terminó con un abultado 109-68 a favor de Texas A&M, su cuarta victoria en seis salidas de la temporada. Domínguez no se limitó a disparar: sumó cinco rebotes, dos asistencias y un robo, demostrando una madurez que va más allá de su pólvora exterior. Formado en las canteras del Unicaja de Málaga y el Movistar Estudiantes, donde debutó en la Liga Endesa con el Bilbao Basket el curso pasado, el andaluz encontró en la NCAA el espacio para explotar su talento. “Es un sueño hecho realidad”, comentó tras el partido, visiblemente emocionado por el apoyo de sus compañeros, que lo animaron a seguir lanzando incluso en los momentos de sequía.
Esta exhibición colectiva elevó a los Aggies a otro nivel: el equipo anotó dieciocho triples en treinta y siete intentos, estableciendo su propia marca histórica, con más de la mitad obra de Domínguez. Bajo la dirección de Buzz Williams, Texas A&M, que aspira a consolidarse en la SEC, ve en este gaditano un arma letal para sus aspiraciones de torneo. Antes de este estallido, promediaba 11,8 puntos, 2,2 rebotes y 1,8 asistencias por partido, con un 39,4 por ciento en triples sobre cuarenta y siete lanzamientos. Ahora, con veintitrés aciertos en esa línea, sus cifras saltan a 14,8 puntos de media y un 51 por ciento general en tiros de campo, posicionándolo como una de las revelaciones tempranas de la temporada 2025-2026.
Otras voces españolas: Altibajos en el vasto panorama de la NCAA
Mientras Domínguez celebraba en Texas, otros compatriotas vivieron una noche de contrastes en la NCAA, recordándonos la diversidad de experiencias en esta liga formativa. En Cincinnati, los Bearcats cayeron en su primer tropiezo ante Louisville, rompiendo una racha inicial invicta. Baba Miller, el balear de 20 años, brilló con nueve puntos y ocho rebotes en veinticinco minutos, pero abandonó prematuramente por una molestia muscular que genera preocupación en el staff médico. Su compañero, el catalán Jordi Rodríguez, recién llegado de las categorías inferiores del Barcelona, sumó solo cinco minutos sin intentos de tiro, adaptándose aún a la intensidad del College Basketball.
Más al este, Ian Platteeuw, ex del Joventut de Badalona ahora en Davidson, contribuyó con cuatro puntos en diecisiete minutos a la segunda victoria de los Wildcats, mostrando destellos de su versatilidad como base. En Charlotte, Raúl Villar, catalán de los 49ers, jugó ocho minutos sin anotar, mientras su paisano sevillano David Gómez se quedó en el banquillo. Al sur, en Luisiana, Pablo Tamba, malagueño de LSU, repitió como titular y, pese a solo tres puntos en treinta y tres minutos, destacó en defensa con cuatro recuperaciones, clave en la quinta victoria consecutiva de los Tigers sobre Omaha.
Finalmente, Jorge Díaz Graham, canario en Oregon State, dispuso de cinco minutos sin acierto en tres triples intentados. Para Domínguez, esta marca no es un fin, sino un trampolín hacia la órbita de la selección absoluta, donde ya ha sido convocado. En una liga que ha visto nacer a cracks como Pau Gasol o Ricky Rubio, su precisión exterior podría ser el próximo capítulo en la rica tradición baloncestística española. La NCAA, con su mezcla de presión y oportunidades, sigue siendo una ventana para talentos globales.





















