ANÁLISIS

Mark McNamara: Chewbacca, un anillo y cintas de vídeo

El exjugador de la NBA habla con Hispanosnba.com de baloncesto, su vida y Star Wars

Concepción M. Moreno |

Mark McNamara disfruta de los entornos naturales (Foto cedida por Mark McNamara)

Solo un jugador en la historia de la NBA puede presumir de ganar el anillo de campeón en su debut, de compartir vestuario con leyendas del baloncesto estadounidense como Julius Erving, Moses Malone, Artis Gilmore, Magic Johnson o Kareem Abdul-Jabbar, y de haberse sentado en otro banquillo, más deslumbrante si cabe, el de la multimillonaria 'factoría Lucas', con la que rodó algunas escenas de la saga “Star Wars” como suplente de Peter Mayhew, el inconfundible Chewbacca.

Se trata de Mark McNamara, el que fuera pívot de Sixers, Spurs, Kings (cuando jugaban en Kansas City), Lakers y Magic en la década de los 80 y comienzos de los 90. Hoy, alejado de cualquier foco mediático, trabaja como editor de vídeo en Alaska, conduce 10.000 kilómetros al año entre ese estado y su California natal -atravesando la naturaleza salvaje de Canadá, que adora- y, como prioridad absoluta, cuida de su delicada salud.

Nunca fue una superestrella de este deporte; de hecho, en sus 8 temporadas en la NBA apenas promedió 3,5 puntos y 3 rebotes en 9,7 minutos de juego durante la temporada regular (los números en playoffs descienden a 1,4 puntos y 0,5 rebotes en 2 minutos). Pero fue campeón en la campaña 1982-83 como rookie en aquellos míticos Sixers del 'Doctor J' y Moses Malone, jugó en los históricos Lakers de Abdul-Jabbar, Earvin 'Magic' Johnson y James Worthy e, incluso, en su corto periplo europeo, estuvo a las órdenes del gran George Karl en el Real Madrid. Un currículum a la altura de pocos.

“Obviamente ganar el anillo fue increíble. Después organizaron un desfile para el equipo y hubo 3,2 millones de personas allí. Mi segundo año en San Antonio fue realmente divertido. Jugué muchos minutos y empecé a sentir que podía hacerlo bien en la NBA. Junto a eso, ser californiano y llegar a jugar en los Lakers fue lo más”, confiesa por correo electrónico McNamara en una entrevista concedida a Hispanosnba.com.

Retirado de la práctica deportiva desde que empezó a sufrir problemas respiratorios en 1996 -aunque no obtuvo el diagnóstico definitivo hasta 14 años después- y marcado por el tratamiento intravenoso al que debe someterse “cada varias semanas” para paliar su Alfa-1 (deficiencia de Alfa-1 antitripsina, que provoca obstrucción pulmonar), McNamara -un 2,11 elegido en el número 22 en el draft de 1982 y que en junio cumplirá 57 años- hoy, y pese a sus constantes “cambios en el estado de salud”, disfruta “mucho la vida”.

Con las estrellas de la galaxia

En aquel verano del 82, McNamara daba el salto de la Universidad de Berkeley a los Sixers y se produjo uno de los momentos más divertidos de toda su carrera. No ocurrió en ninguna pista de baloncesto ni en el despacho de franquicia alguna, sino entre las cámaras de un set de rodaje. Pese a que su nombre no aparece en los créditos de “El retorno del Jedi”, la tercera parte de la trilogía inicial de “Star Wars”, el de San José hizo sus pinitos como suplente de Peter Mayhew, intérprete de Chewbacca.

Una década después, cuando fichó en 1991 por el Real Madrid como sustituto de Ricky Brown, lo que aparecía en las páginas de los diarios deportivos como una historieta a medio camino entre la leyenda urbana y la fantasía hollywoodiense era simplemente cierto.

“No puedo explicarte lo genial que fue trabajar en aquella película y estar rodeado de aquella gente extraordinaria. Las jornadas eran muy largas, como de unas 14 horas, pero increíbles. No creo que aparezca en (el montaje final de) la película, aunque no puedo saberlo con certeza”, nos relata divertido cuando le preguntamos por este tema, del que no guarda 'souvenir' alguno, pues un compañero de efectos especiales le ofreció una máscara de Chewbacca y nunca fue a recogerla.

No debió de ser tan mala la experiencia cuando 3 años después, en 1985, trabajó como doble para las escenas de peligro y de acción de Tarek, papel interpretado por Carel Struycken, en el telefilme “Ewoks: La batalla de Endor”, también de la factoría de George Lucas. “Fue genial”, recuerda.

Tras su primera campaña en la liga profesional, en la que, pese al título logrado, apenas disputó 38 partidos (incluidos dos de playoffs), dio un salto de calidad al fichar por los Spurs de George Gervin y Artis Gilmore, con los que permaneció una temporada y media, periodo en el que llegó a jugar 82 encuentros. Con la competición 1984-85 en marcha se fue a los Kansas City Kings (actuales Sacramento) antes de su primera emigración europea. Disputó la liga italiana con el Livorno en la campaña 85-86 y en la siguiente militó en las filas del Caja de Ronda español, en la Primera B.

Cuando volvió en la 86-87 a los Sixers, en su plantilla ya despuntaba un joven llamado Charles Barkley, con quien compartiría vestuario otra temporada más, antes de fichar en la 88-89 por los Lakers -que aquel año disputarían las Finales y caerían 4-0 ante los 'bad boys' de Detroit-. Con los angelinos aún permaneció la 89-90.

Su última temporada en la NBA fue la 90-91, en la que apenas disputó 2 encuentros con Orlando Magic, antes de emprender su segunda etapa española: Juver Murcia y Real Madrid.

Editando vídeos

En la actualidad trabaja como editor de vídeo en la productora Twin Lions Productions, que rueda documentales “sobre vida natural, temas de los nativos americanos y medioambiente”, y es asistente en el equipo de 'high school' de Haines (Alaska), donde intenta transmitir algunas de las enseñanzas que él recibió de quien considera su “gran mentor”, Julius Erving.

“'Doctor J' nos decía que debíamos estar preparados cada día y que, más tarde o más temprano, llegaría nuestra oportunidad y había que estar preparado para ella. Yo trasladaría ese consejo a los jóvenes. Y, por supuesto, que no olviden el amor por el juego y divertirse”, nos comenta el exjugador, que califica a 'Coach K', Mike Krzyzewski, como su “técnico favorito”, aunque también le “encantaba” el ya fallecido John Wooden, el entrenador más laureado de la NCAA.

Muy vinculado a la naturaleza desde su infancia -siempre le gustó hacer senderismo y practicar deporte al aire libre-, actualmente “dar largos paseos” supone una necesidad física para él y ocupa buena parte de su tiempo en visitar “a la familia y los amigos” y cuidarse en un entorno saludable.

Aunque reconoce que prefiere ver partidos de la Euroliga en los que intervengan equipos españoles, no deja de seguir la competición estadounidense y opina que la NBA “está copiando más el estilo de juego” del Viejo Continente, algo que a él le gusta, con “mucho más pase y movimiento de balón”. Y no duda en 'mojarse': “Mucha gente cree que en la época en que yo jugué, en los 80, se hacía el mejor baloncesto de todos los tiempos. Pues a mí me encantan los Warriors y Curry ha sido mi jugador favorito desde su primer partido universitario”.

Tampoco se muerde la lengua para hablar del baloncesto español. Considera a Pau Gasol “un gran jugador que aún rinde a un gran nivel” en los Bulls y critica “cómo Kobe Bryant le trató en algunas ocasiones” durante su época en Los Angeles Lakers. “Creo que, fuera de Estados Unidos, España hace el mejor baloncesto del mundo. Me encanta”, exclama.

Agradecido al baloncesto

Pese a que su carrera baloncestística no fue tan larga como hubiera imaginado inicialmente, se confiesa “muy agradecido a este deporte” y siente que éste le ha dado tantas cosas a lo largo de su vida que ha convertido en propósito devolverlas a los demás.

Se considera “afortunado” por haber logrado el anillo en el año de su debut profesional, algo, dice, solo “comparable a ganar una medalla de oro” con la selección nacional -algo que él jamás ha experimentado- y feliz por haber jugado en España e Italia, que se convirtieron en sus “países favoritos del mundo fuera de Estados Unidos”.

Sin embargo, se muestra apenado por no mantener, debido a sus problemas de salud, demasiado contacto con antiguos amigos o excompañeros de equipo a quienes, afirma, extraña mucho y, al echar la vista atrás, nos revela que “la vida profesional tiene muchas cosas muy buenas y muchas muy malas” y que “si los jugadores no son cuidadosos pueden ver su vida arruinada por el deporte”. Pero lejos de que este mensaje suene a apocalíptico, McNamara concluye: “Incluso así merece la pena porque no hay nada como eso”.

La serenidad que transmiten las palabras de este exdeportista es la misma que él encuentra en la naturaleza agreste de Alaska y Canadá, esa en la que dormita plácidamente cuando viaja entre su actual residencia y su California natal. Al menos una vez al año -y ya lo ha hecho en 14 ocasiones- recorre, no siempre acompañado, ese trayecto de ida y vuelta de 10.000 kilómetros en su furgoneta especial, un todoterreno acomodado como una auténtica casa rodante. Quién sabe si en alguno de esos sueños bajo las estrellas se entremezclan, como si de una película se tratase, Chewbacca, un anillo de rookie y sus actuales cintas de vídeo.