ANÁLISIS

Jonny Flynn sigue lejos de su sueño NBA

El base de Niagara Falls busca su identidad primero en Australia y luego en China

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Jonny Flynn saluda a David Stern en la gala de elección del Draft 2009
Jonny Flynn saluda a David Stern en la gala de elección del Draft 2009 (Bryan Smith/Zuma Press/Icon SMI)

Jonny Flynn solo tiene 24 años, pero parece que sus sueños hayan envejecido 80 años o se hayan quedado suspendidos en la nada. Porque el base de Niagara Falls anda tan lejos de esos sueños deportivos como alejado anda su cuerpo de su casa.

El mes pasado, el que fuera jugador estrella de la Universidad de Syracuse firmó por el Sichuan Blue Whales de la CBA, la liga de baloncesto de China. Un fichaje que llegaba tras su paso por la liga australiana, la NBL, donde jugó 18 partidos con Melbourne Tigers. Australia y China, un largo viaje, una inesperada huida hacia lugares de acogida casi perfectos para esconderse, un extraño peregrinaje de autoexploración que aún no ha terminado y que no se sabe cuándo terminará.

Aquella foto con Stern

En octubre de 2013, aquella fotografía dando la mano al comisionado de la NBA, David Stern, en la Elección del Draft de 2009 queda como una instantánea tan lejana como Australia o China de su estado de Nueva York natal.

Fue un día de junio para la esperanza. Minnesota Timberwolves le elegía en el puesto 6 del draft en un movimiento propiciado por el entonces general manager del equipo, David Kahn, que sorprendió a muchos. Los Wolves tenían 2 elecciones de primer nivel y eligieron a 2 bases: Ricky Rubio en el puesto 5 y Jonny Flynn en el 6. La explicación no era otra que Minnesota quería cubrir la posible tardanza, como así fue, de Rubio en aterrizar en la NBA (aguardaron 2 años). Pero lo que llamó la atención es que el juego de Flynn y Rubio estaba en las antípodas como bases y que el equipo de Mineápolis podía haber afinado bastante más en su decisión, pues se quedó con Flynn rechazando a bases como Stephen Curry, Brandon Jennings, Jrue Holiday o Ty Lawson, por citar los más notables. Fue aquel el draft más español, con Ricky Rubio, Víctor Claver y Sergio Llull en la pomada.

El puesto 6, por otra parte, se lo había ganado bien Flynn con 2 buenos años en la prestigiosa Universidad de Syracuse. Antes, había brillado en el instituto. Triunfó con Niagara Falls High School a todos los niveles. Y en el individual promedió 26,7 puntos, 6 asistencias y 3,5 robos de balón. Andaba Flynn por lo más alto del escalafón nacional y vistió la camiseta de la selección de Estados Unidos en 2 citas: oro en el FIBA Américas sub-18 de 2006 y plata en el Campeonato Mundial sub-19 de 2007.

Tras esos éxitos internacionales llegó Syracuse, el equipo Orange. Y a las primeras de cambio rompió moldes: ¡28 puntos en su partido de debut, récord histórico de la universidad batiendo la marca en un debut que estaba en manos de un tal Carmelo Anthony!. En ese año inicial, Flynn fue nombrado Novato del Año de la Big East. Ya en su segundo año, su regularidad en el juego le precedió, fue finalista del Premio Bob Cousy y gran protagonista de un increíble partido contra Connecticut que se resolvió en 6 prórrogas. Jugó 67 de los 70 minutos posibles.

Con esa carta de presentación, la de un pasado de high school espléndido y 2 muy buenos años en Syracuse donde promedió 16,6 puntos y 6 pases de canasta, llegó el Draft 2009, la elección como número 6, el apretón de manos con David Stern y el paso al profesionalismo de la mano de los Timberwolves.

En el camino de las expectativas

Su elección obedecía a una estrategia de cubrir las espaldas ante la no llegada aún de Ricky Rubio a la NBA. Y la sombra del español, su competencia virtual desde el otro lado del Atlántico, no pareció importar lo más mínimo a Flynn en su año de novato.

Como hiciera en la NCAA, su debut profesional resultó de lo más satisfactorio. El chaval metió 13 puntos en el último cuarto para culminar una espectacular remontada ante New Jersey Nets. Fue un 28 de octubre de 2009. Todo empezaba de cine. Y así siguió.

Flynn jugó 81 encuentros como novato, promedió 13,5 puntos y 4,4 asistencias en 29 minutos y mostró sus virtudes y sus carencias sin tapujos. Porque Flynn demostró su velocidad y explosividad, su excelente uno contra uno, su indudable manejo del balón y su aceptable tiro… pero también su discreta capacidad para dirigir el juego (en las antípodas del baloncesto de Rubio) y su deficiente capacidad defensiva debida, a partes iguales, a su endeble físico y su dudosa actitud. Aun así, ese primer año dio la razón a David Kahn. O al menos eso pareció. Porque luego llegó el desastre.

En el verano de 2010 el jugador se operó la cadera y ya nada fue igual. Minnesota fichó a Luke Ridnour, un base de verdad, a la antigua usanza, y Flynn quedó recluido en la banda para ejercer como base suplente. Y sus números se desplomaron antes de la llegada de Rubio, su competidor virtual, porque un competidor real, Ridnour, le había ganado la partida. El bajón fue tremendo: 5,3 puntos y 3,4 asistencias en 18 minutos. Por eso, Flynn fue traspasado.

Lo que vino después fue un deambular sin rumbo por la liga. En la campaña 2011-2012 disputó 11 partidos con Houston Rockets y 18 con Portland Trail Blazers. Pero Flynn era por entonces una sombra de sí mismo, un pelele con pasado, un joven desnortado que pedía a gritos una brújula para recuperar su baloncesto.

Intentos baldíos de volver

En la pretemporada de 2012 lo intentó con Detroit Pistons. Fue un octubre sin brillo en el que no remontó el vuelo y el equipo de Michigan le cortó antes de que comenzara la temporada.  Y se fue a Australia, a un equipo discreto de la CBA, los Tigers, pero a una gran ciudad, Melbourne. Calidad de vida, pero no de baloncesto. Alejado física y mediáticamente de la NBA. Olvidado.

Fueron 18 partidos. Y después de Australia, nuevo intento de meter la cabeza en la mejor liga del mundo al participar en las Ligas de Verano de Orlando y Las Vegas con Indiana Pacers y Los Angeles Clippers. Como si nada. Otra vez sin opciones.

Con sus problemas crónicos de cadera a cuestas y su juego venido a menos, Flynn es con sólo 24 años un proyecto de NBA truncado. Pasados 4 años de la fotografía que ilustra este texto, el base de Niagara Falls rebusca en su interior y no encuentra su baloncesto. Su próxima parada será China, una liga muy relacionada, al menos, con la NBA. Es un paso respecto a la liga australiana, pero un paso demasiado corto, insuficiente, decepcionante.