ANÁLISIS

Andrés Guibert: el 'Desertor 35' que acabó jugando en la NBA

Guibert desertó en 1993, fue el primer cubano en jugar en la NBA y estuvo 8 años en Europa

Ángel Mustienes |

Andrés Guibert posa con algunos turistas (vía Facebook)

“Tengo la impresión de que el juego de básquet fue entregado. Dio la casualidad que esa misma persona que recoge la pelota y que no la pasa, esa misma noche deserta. Tengo la impresión de que ese desertor, que jugó bastante tiempo, entregó el juego”.

Las palabras entrecomilladas salieron de la boca de Fidel Castro el 2 de diciembre de 1993. Fueron pronunciadas en el acto en el que las autoridades cubanas recibieron a los más de 900 deportistas, entrenadores y dirigentes que habían estado en Ponce (Puerto Rico) participando en los XVII Juegos Deportivos de Centroamérica y del Caribe. Pero en esa delegación faltaban cerca de 40 personas (25 deportistas). Todos habían desertado aprovechando la competición. Estalló un escándalo monumental de alcance planetario.

El 'Desertor 35' fue el baloncestista Andrés Guibert. A él se refería Fidel Castro cuando hablaba del, a su juicio, extraño desenlace de la final disputada contra Puerto Rico en Ponce. Para Fidel, la de Guibert era una traición especial, porque Guibert era en aquellos momentos la estrella del baloncesto cubano, la punta de lanza de la excelencia deportiva de la isla caribeña.

Guibert, según el Comandante, se dejó deslumbrar, como el resto de los desertores, por las falsas promesas del capitalismo y todos ellos “abandonaron a la delegación y abandonaron a su patria”. Las puertas de Cuba quedaron herméticamente cerradas para el jugador, que había nacido en La Habana en 1968. Y según se cerraron esas puertas, se abrieron las de Estados Unidos, y con ellas la luminaria cegadora de la NBA.

El primer cubano en la NBA

Apenas 3 meses y medio después de su petición de asilo en Estados Unidos, Guibert, un pívot de 2,08 que podía jugar de ala-pívot y que por entonces tenía 25 años, debutó en la NBA. Lo hizo el 15 de abril de 1994 vistiendo la elástica de Minnesota Timberwolves, la única que defendió en la mejor liga del mundo. El rival era Indiana Pacers y el partido se jugaba en Mineápolis.

Los Timberwolves eran por entonces un equipo perdedor. Se presentaban en el partido, casi al final de la fase regular, con solo 20 victorias en 76 juegos... y volvieron a perder. Esta vez, por 18 puntos: 112-130.

A Guibert le rodeaba el morbo de su deserción. Había mimos en Estados Unidos para un jugador que había dejado a Fidel Castro y la Revolución Cubana para pasarse al rostro más conocido del capitalismo mundial. Pero, en realidad, los protagonistas en el juego en aquel partido fueron otros.

En los Pacers, el gigante holandés Rik Smits anotó 30 puntos aquella noche, el gran Reggie Miller hizo 24 y Dale Davis firmó un doble doble, mientras que el veterano Byron Scott aprovechó bien sus minutos como suplente. En el equipo de Guibert, Isaiah Rider (22 puntos) y el olímpico Christian Laettner (20 tantos y 13 rebotes) lideraban el juego ante los más de 17.000 espectadores que se dieron cita en las gradas. Nuestro protagonista apenas jugó un minuto. No fue el debut soñado, pero fue un sueño para él pisar una cancha NBA. En ese minuto capturó un rebote y erró un lanzamiento.

Guibert había llegado a Minnesota con un contrato precario de 10 días bajo el brazo. No parecía gran cosa. Y no lo fue. Apenas pudo jugar 5 partidos. Pero en la temporada siguiente, 1994-1995, consiguió hacerse con un contrato garantizado y llegó a disputar 17 partidos más. En total, 22 encuentros con los Wolves en los que promedió 2,7 puntos y 2,8 rebotes en 9,1 minutos. Sus totales: 60 puntos en 200 minutos.

Luego, se quedó sin equipo, pero entró en el Draft de Expansión de la NBA de 1995, el draft en el que Toronto Raptors y Vancouver Grizzlies tenían derecho a elegir a 27 jugadores para sus plantillas con el fin de poder debutar en la NBA.

Draft de Expasión y Europa

Ese draft anómalo, por especial, supuso una posibilidad de reenganche de Guibert a la liga. Fue la tercera elección de Toronto (el número 5 de un draft especial que encabezó B.J. Armstrong). El cubano superó a jugadores como Jerome Kersey, Zan Tabak, Ed Pinckney o John Salley, que también recalaron en Raptors, y a veteranos como Byron Scott y Gerald Wilkins, que acabaron en los Grizzlies nacidos en Vancouver.

Sin embargo, tan elevada consideración de los Raptors hacia el internacional cubano no le sirvió de nada, ya que fue cortado antes de empezar la temporada.

A partir de ahí, el desertor se hizo nómada y vagó, a veces con gran éxito, por el mundo pasando varios años en Europa, años europeos que compaginó con jugar durante los veranos en la liga de Puerto Rico, lo que le hacía no dejar atrás su naturaleza caribeña.

Llegó a Europa por España (1995) y salió de Europa, 8 años después, también por España. Aterrizó en el Viejo Continente jugando en el Xacobeo 99 Ourense y despegó hacia América tras disputar parte de la temporada 2002-2003 con el Forum Valladolid, ya en pleno ocaso deportivo. En total, 42 partidos en la ACB del único jugador cubano que ha pisado una pista de la división de honor de la liga española, 42 encuentros en los que promedió 16,2 puntos y 7,1 rebotes en 31 minutos. Muy buenos números.

Su estancia en Europa le llevó también a la liga de Grecia, donde estuvo en varias etapas, y a breves periplos por dos grandes equipos italianos: Scavolini Pesaro y Benetton Treviso. En Italia jugó solo 16 encuentros con 6,4 puntos y 6,3 rebotes de media.

Al final, su trayectoria deportiva concluyó en Puerto Rico, país en el que se quedó a vivir pensando en Cuba. Al fin y al cabo eran dos países en las mismas coordenadas geográficas, pero radicalmente distintos en su vida diaria. Uno ajeno a Estados Unidos, el otro enajenado en parte por Estados Unidos.

Una vida feliz mirando al mar

Andrés Guibert, aquel chaval que se formó en el Insituto Manuel Fajardo en Cuba y que fue internacional con su país desde 1988, tiene ahora 46 años. El desertor que se convirtió en nómada es ahora un hombre de negocios sedentario, con los pies en la tierra... o mejor dicho, con los pies navegando por el mar.

El ex NBA es propietario de un negocio en Fajardo (un nombre que le sigue acompañando), la localidad donde nació el también ex NBA Carlos Arroyo. Allí, regenta una empresa relacionada con el turismo y que está orientada al mar. Para ello tiene un barco con el que salir a pescar y a contemplar la inmensidad del Atlántico. Se llama “Sofimar” y es el que sale en la fotografía que ilustra este texto.

La empresa de Guibert aprovecha su tirón deportivo en Puerto Rico y fuera del país para ofrecer expediciones de media jornada o un día entero que cuestan entre 500 y 1.600 dólares. Y a él se le ve feliz. Lejos de aquella situación que denunció públicamente cuando dejó atrás Cuba en 1993 porque “la economía está destruida. En la preparación del equipo nacional antes de los Juegos estuvimos meses sin comer carne y viajábamos en autobuses destrozados”.

Aquellos autobuses se han convertido 22 años después en un barco propio por el que navega por el Atlántico sintiendo las sensaciones de su Cuba natal. Aunque libre de cualquier atadura política. Ahora, el 'Desertor 35' debe andar ya lejos de la cabeza de Fidel.